Les presentamos a Pinoteo. Es nuevito en Boulevard pero ya la tiene bien clara. Fue testigo de todo lo que pasó el viernes y él pidió la palabra para contarlo. ¿Cómo no dársela, si es adorable? Acá va entonces su relato, con un cortado para convidarles…
Desde mi mostrador pude ver que la gente empezó a llegar cerca de las 8 de la noche, bien abrigados. El restó de Boulevard ya estaba todo iluminado con velas y las mesas puestas, listo para recibirlos una vez que hayan recorrido la muestra de Marcelo.
Arriba, en la Galería, los invitados caminaron cada centímetro del espacio con una sonrisa en la cara, absorbiendo la obra y un muy buen vino de la bodega Rosell Boher, copa en mano. El clima del ambiente respetó el de los cuadros, tranquilo y amigable.
Marcelo recibió a todos como amigos, saludando uno por uno, contando, explicando. Todo un lujo poder escuchar sus palabras, sentirnos así de acompañados.
No faltaron el galerista Gachi Prieto, el fotógrafo Simón Altkorn y otros amigos de la casa.
Muchos invitados que llegaron para el encuentro también recorrieron los otros espacios, chusmeando objetos y muebles antes de bajar a cenar. Y así como ellos se fueron a comer, yo fui hasta la Trastienda, para ver las esculturas y objetos de Pablo.
¡La alegría que me llevé al llegar! Me sentí entre amigos, todos desprendiendo el mismo aroma a madera, todos con los mismos trucos para ser una pieza entera…
Fue muy lindo ver las visitas recorriendo el espacio blanco (¿vieron lo blanco que es? ¡Me encanta!), descubriendo los secretos de cada obra de Pablo. Tantos colores y formas… la imaginación debe haber tenido una muy linda noche acá.
En conclusión, fue un viernes sereno, amable y lleno de arte. Un verdadero lujo haber sido testigo.
Pinoteo se fue al blog de la Usina para seguir su relato. Estuvo en la Tertulia, no se la quería perder por nada en el mundo. ¿Cómo podría habérsela perdido, estando tan cerca? Si lo quieren acompañar, hagan click acá. ¡Muy buena semana y los esperamos!